Durante años, fue la estrella del género más importante y reconocible más allá de la imbatible dupla Stallone-Schwarzenegger. Fue el rey de los videoclubs, pasó por un infierno personal de cuyos efectos aún hoy nos llegan los ecos y ha sabido reformularse de forma excéntrica y personalísima, convirtiéndose en algo así como su propio meme.
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