Las contraseñas están condenadas a morir. Mientras las redes sociales experimentan con sistemas de verificación en dos pasos y cifrados, los aparatos electrónicos, cada vez más sofisticados, intentan hacerse fuertes ante posibles intromisiones que, dado que muchos de ellos comienzan a estar conectados a internet, daría vía libre a los datos confidenciales de miles de personas.
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