Sin duda, otro golpe a la industria alemana del automóvil, que sigue con recelo el ascenso del coche eléctrico, al mismo tiempo que ve como los norteamericanos y asiáticos les superan a nivel tecnológico. No sólo eso, Tesla se atreve incluso a invadir su propio territorio, tanto con una fábrica de baterías, como con una red de supercargadores que no para de extender sus tentáculos.
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