Llegas a la mediana edad, el pico de inflexión, el momento en el que ya te tienes que tomar las cosas con calma y ahora te tienes que hacer triatleta, culturista o acabar la carrera que no hiciste con 19 años y viviendo en casa de tus padres. Sólo que con una protusión discal, una tendinitis de hombro… Y lo mismo dos hijos y un divorcio. A santo de qué viene esta exigencia.
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