«Si yo soy el padre del LSD, entonces Stan Grof es su padrino, porque acompañó a mi maravilloso hijo a través de un momento difícil», Albert Hofmann. La frase de Albert Hoffman es uno de los mejores homenajes que puede recibir el psiquiatra, pionero de la psiquedelia y alma mater de la psicología transpersonal Stanislav Grof. Si Timothy Leary fue la cara más visible, contracultural, gamberra y, en cierta medida, responsable del ostracismo del LSD, Grof representa la faceta más luminosa, responsable y terapéutica de la molécula.
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