"Teníamos cada vez menos fuerzas. Estábamos flacos y demacrados, algunos no hubieran vivido muchas horas más. Teníamos la sensación de que la tragedia se estaba por acabar. El deshielo avanzaba rápidamente, destapando lo que con mucho trabajo habíamos tapado durante varios días: los cuerpos muertos de nuestros amigos que no habíamos comido todavía. Ese día escuchamos que las radios comentaban que dos personas habían aparecido caminando y decían ser sobrevivientes del avión.Se me pone la piel de gallina cuando pienso en ese momento".