Las nueve cabezas humanas seccionadas que aparecieron en un apartamento de Zama pertenecían a personas que habían sucumbido al poder de persuasión de su verdugo. El detenido se dedicaba a captar mujeres para los locales de prostitución del barrio tokiota de Kabuki-chō. Así trabajan los reclutadores de chicas que pululan en el barrio rojo de Tokio.