La montaña siempre es una cuestión de vida o muerte, donde las grandes hazañas perduran de por vida y quedan escritas con letras de fuego. Prácticamente sin quererlo es lo que consiguieron dos alpinistas rusos de elite, Dmitry Golovchenko y Serguei Nilov. Ambos estaban convencidos de ser capaces de abrir una ruta hasta ahora desconocida en el temible Jannu nepalí, pero terminaron viviendo una historia de sufrimiento extremo con final feliz.