Pero quien me puso los pies en el suelo y la moral en su sitio fue mi amigo Fred, un neoyorquino bastante liberal para el pensamiento medio americano. Comentando la noticia de que miles de vascos se manifestaron por las calles de Bilbao en pro de los asesinos de ETA, me espetó: «si en la Quinta Avenida de New York hubiese mañana una manifestación en pro de los asesinos del 11-S, los americanos no seríamos tan tolerantes, para eso se inventó la guerra. Los asesinos serán siempre asesinos, nunca héroes»