Científicos estadounidenses estudian el mecanismo de los cicadélicos, que excretan a diario 300 veces su peso, para aplicarlo en superficies autolimpiables o motores robóticos. Lanzan sus excrementos en gotas que catapultan a velocidades increíbles lo más lejos posible de donde se alimentan. Es una adaptación que permite a estos insectos saltahojas optimizar recursos: logran que el nutriente obtenido sea más rico que el coste de conseguirlo, y además resulta en una estrategia para conservar energía y mantener alejados a los depredadores.