Esta herramienta, denominada ANOM, había sido desarrolla por el FBI. La herramienta informática permitía a los investigadores leer las conversaciones que los sospechosos creían encriptadas y protegidas contra el espionaje, cuando en realidad estaban siendo vigilados. Las autoridades llevaban meses accediendo a millones de mensajes sobre el narcotráfico, el lavado de dinero e incluso asesinatos planeados.