Nunca llegaron a disfrutar de la casa. Por el impago de la hipoteca, suscrita en primer lugar con el Banco Hipotecario y posteriormente con la entonces llamada Caja Salamanca y Soria, el banco sacó a subasta la casa. En una primera subasta, nadie pujó por ella. En una segunda subasta, de la que Encarnación y Manuel no tuvieron noticias al no recibir ningún tipo de convocatoria, fue el propio banco quien terminó por adquirir el inmueble por el módico precio de seis euros