Las guerras y conflictos tienen toda clase de efectos secundarios. La mayoría son terribles, pero también hay otros curiosos. Y curioso ha sido que, con esto último de Crimea, varias instituciones científico-técnicas peculiares han pasado a manos rusas. Entre ellas, la antigua Estación NIP-16 de la Red Soviética de Espacio Profundo, con su gigantesco radiotelescopio y radar planetario RT-70. Desde donde, por cierto, se han transmitido más de la mitad de los mensajes que la humanidad ha intentado enviar a las civilizaciones extraterrestres.