La ciudad y sus habitantes sufrieron un shock con aquellas matanzas y ése fue el epicentro de la muestra colectiva de dolor. “Desde los atentados estábamos todos como con una oscuridad interior. Se te contagia el miedo, la sensación de que todo está mal”, dice Ioana, participante en Nuit debout. “Para curar esa tristeza colectiva sólo había una medicina posible y era esto”, sentencia.