Ilham se confiesa feminista, anticapitalista e internacionalista. Hasta ahí, bien. Pero se confiesa todo eso, y más, con el pañuelo musulmán en la cabeza. Por eso el revuelo, las críticas, los elogios, la perplejidad, en suma, de la sociedad francesa ante una candidata extremista adepta a una prenda demonizada.