El daño que debas causar, hazlo rápido, de una vez por todas y así se olvidará pronto; la dádiva que vayas a ofrecer, dilátala en el tiempo y así parecerá que eres muy generoso. Estos consejos que Maquiavelo da al príncipe renacentista no los cumple este Gobierno. Al contrario, en lugar de despegarlo de un tirón, parece que experimenta cierto placer en levantar con una lentitud morbosa el esparadrapo que cubre nuestra herida. Las duras medidas de austeridad que se ve obligado a tomar las revela poco a poco, de forma dubitativa, casi con sadismo