La exigencia y el perfeccionismo son dos defectos muy valorados. Y digo defectos porque terminan esclavizándonos. Nos someten a nivel de esfuerzo y competitividad que impiden que podamos vivir felices. Como todo, el éxito está en el término medio. Pero da la causalidad de que con la exigencia y con el perfeccionismo perdemos la virtuosidad de poder ponerles límites.