Ahí estaba, sobre el tobillo, la marca de la mordedura de la serpiente. Una nube oscureció el sol y un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Antonio y yo nos quedamos mirando su pie y la picadura, justo por encima del borde de la zapatilla deportiva, junto a una venita azul. Han pasado años pero aún sigue visible, uno de los agujeros de los colmillos, el otro ya no se ve.A Antonio Viñas le mordió una víbora en su pueblo, Viladrau, en el Montseny, mientras cortaba el césped. Pasó una semana en el hospital de Vic y tardó dos años en curarse de..