Está loco, o lo parece, vale, pero en este país nos hacen falta más locos y menos imbéciles. ¿O no? Es distinto, es contestatario, es informal y rebelde, pero no tiene perro, flauta ni pancarta, y por eso le jode a tanta gente. De lo que no se dan cuenta los que le atacan es que cada golpe que el dan se lo dan a sí mismos, como precedente, como mano libre al poder, como mordaza comprada a escote, hoy para él, después para el que venga. Que nos tenga que enseñar libertad un tío de setenta y pico años... ¡Manda cojones!