Se dice que la primera impresión es la que cuenta. En general, nos basamos más en lo que vemos que en lo que oímos. La apariencia, la expresión, la mirada, los gestos y la postura suponen los dos tercios del total. El resto se completa con la corrección, el vocabulario y la entonación. El mensaje apenas tiene importancia. Y, cuando la tiene, suele ser para empeorar la impresión, no para mejorarla.