Ya lo decía mi abuela. “¡Daros de comer a todos no es tan fácil, fanegas!”. Pero como ninguno entrábamos a las entrañas de la cocina, no nos hacíamos a la idea de lo hercúlea que resultaba la labor de preparación de las comidas. Así, en silencio, los autores de Samsara han metido el ojo en las grandes factorías de producción de carne para consumo humano. El resultado es estéticamente hipnótico y, como poco, invita a la reflexión acerca de lo que hace falta para alimentar, nunca mejor dicho, la maquinaria del progreso.