Merkel ha impuesto reformas de ajuste a todos los países europeos (incluida España), ha forzado cambios de Gobierno en Portugal, Grecia e Italia y, en definitiva, ha alimentado la idea de un Euro de dos velocidades, en el que Alemania ordene, mande e incluso intervenga en los presupuestos de los países que considere díscolos. Si el gran BCE, que, como bien recordó ayer Zapatero, es el que tiene nuestra soberanía monetaria, no nos defiende, entre otras cosas porque Merkel así lo ordena de manera furibunda en público.