Cuando yo iba a un colegio de frailes, éstos nos daban clase de Física, Matemáticas, Historia y, por supuesto, Religión. Hoy no hay frailes ni siquiera para enseñar religión, al menos en la escuela pública. Da la impresión de que, al menos en España e Italia, los líderes eclesiásticos elevan hoy el volumen de sus diatribas antigubernamentales y de sus condenas a las libertades con mayor intensidad que cuando gozaban del privilegio de la confesionalidad del Estado, quizás para compensar su progresiva irrelevancia social.