El llamado Tribunal Constitucional, en fin, no es sino un órgano político al margen de la jurisdicción ordinaria, que se renueva según los intereses «consensuados» de los partidos políticos ¡Y esto ocurre en un país donde todas, absolutamente todas las leyes emanadas de las Cortes son inconstitucionales, al igual que lo son todas, absolutamente todas, las sentencias del llamado Tribunal Constitucional, por infringir el principio de unidad jurisdiccional! Entretanto, los ingenuos podrán entretenerse con zapatiestas puritanas.