Hijo y nieto de bancarios, persona de bien para sus vecinos de Cangas de Onís (Asturias)… hasta que estalló el escándalo. Manuel Mori –Manolín, como lo llaman– sacaba dinero de las cuentas de los ciudadanos –sin que lo supieran– para, asegura, prestárselo a otros que lo necesitaban. Ahora faltan más de 3 millones de euros, que, dice Manolín, están en su cabeza. Desde el banco se investiga si la mayor parte la invirtió en pelotazos inmobiliarios que le salieron mal.