Fueron nuestras particulares «flappers» y escandalizaron a la España de entonces. Amantes de la noche, el baile y los music halls, abanderaron el feminismo y fueron acusadas de llevar una vida «disipada». También se las conoció como «semi-vírgenes». «Ni manolas, ni flappers, ni midinettes, sino sencillamente españolas elegantes», proclamaron otros. Poco a poco la prensa de la época comenzó una campaña de criminalización contra ellas, abanderadas del feminismo sin nombrarlo expresamente, a las que se acusó de libertinaje.