Yo también quiero a Tamara Falcó, siempre he sentido debilidad por las pobres niñas ricas y los animales abandonados y una malsana curiosidad por las vidas etéreas y confortables de esas criaturas, (me refiero a las niñas) amamantadas y criadas en las zonas nobles de palacetes o chaletazos, preservadas de todo mal, apartadas del mundo real, niñas burbuja protegidas de esa realidad oscura y espesa que aflige al común de los mortales, niñas que han aprendido a maquillarse por sí mismas y a posar, impolutas y virginales con la sonrisa tatuada...