Generalizando, se palpa un claro temor a saltar al mainstream. Y es que la policía del indie castiga a quienes ansíen abrir mercados; esas ambiciones, aparentemente, son cosas de adultos maleados. Por el contrario, exhiben modos colegiales: hay publicaciones, programas radiofónicos, páginas web que producen verdadero rubor por su infantilismo. Sistemáticamente, se ignora la dimensión profesional: periodistas y locutores ocultan las verdaderas ventas, que tienden hacia lo minúsculo, y tapan los frecuentes conflictos entre grupos y disqueras.