Lo peor es esta manía que les ha entrado a los políticos de regular nuestras vidas y gustos, de prohibirlo todo: el tabaco, los toros... Detrás de cada prohibición, asoma, además, casi siempre la doble moral. En el tabaco está la contradicción de prohibir algo que tiene consecuencias mortales, pero, sin embargo, se sigue vendiendo. Si el tabaco es tan nocivo para la salud, hasta el punto de que le puede llevar a uno para el otro barrio, lo que habría que hacer, más que prohibir fumar en lugares públicos, es combatirlo desde las plantaciones...