Como parte del proceso de diagnóstico de un cáncer, los médicos procedieron a hacer una biopsia del cuello de útero de Henrietta Lacks. Cuando George Otto Grey colocó algunas de esas células en un cultivo, descubrió que seguían dividiéndose mientras que tuviesen nutrientes y se mantuviesen las condiciones adecuadas. La joven Henrietta moriría meses después pero las células obtenidas en aquella biopsia no dejaron nunca de dividirse. Se habían vuelto inmortales.