Cuentan algunos que irrumpieron con el propósito de acabar con el tan dañino bipartidismo y que se identificaba a Albert Rivera, en determinados sectores, como una especie de Suárez del s.XXI.Lo curioso de todo ello es que, desde un principio, para muchos al igual que para mí, ni las mejores encuestas consiguieron “cegarnos”, percatamos la poca credibilidad, ambigüedad del discurso, las promesas que cambiaban según soplara el aire