Para algunos filósofos griegos, el alma era algo material. Los atomistas, por ejemplo, la creían formada por unos átomos especiales, singularmente sutiles. Aristóteles, sin embargo, entendió que lo que define a los seres no es sólo su materia, sino cómo se organiza ésta. A este principio organizativo lo llamó forma. Todos los seres son compuestos de forma y materia, pero la forma no es parte del universo material. El alma es una forma, y ese plano no material de las formas es también el propio de Dios...