En la década de 1480 Leonardo estaba trabajando ya al servicio de Ludovico Sforza, duque regente de Milán, y este le encargó que realizara una colosal estatua ecuestre para honrar a su padre, Francisco I Sforza. El genio florentino se tomó el encargo como todo un desafío personal, pues, no en vano, aquella escultura debía convertirse en la mayor creada jamás por artista alguno.Parece ser que en mayo de 1491 había realizado ya un gigantesco molde en arcilla de la escultura que, solo contando el caballo, medía más de siete metros de altura