Se encuentra en el fondo de una caja donde se amontonan fotos desteñidas, cromos arrugados, cartas, postales y posavasos amarillentos. En la oscuridad, sigue luciendo los mismos colores brillantes. Un sol rojo sobre un fondo amarillo y una amplia y simpática sonrisa. ¿Nucleares? No, gracias, clama el lema que lo rodea. Y lo grita con la misma fuerza que cuando la chapa se prendía en las chaquetas de pana y las camisetas de los años 80.