Ahí estaba en el supermercado, haciendo cola en la caja para pagar, y justo cuando por fin me tocaba a mí, el hombre que estaba detrás tuvo la audacia de pedirme si podía pasar delante, ya que solo llevaba una botella de agua. Pues sí que me importa, pensé, aunque no podía explicarle el motivo, porque en aquel momento estaba haciendo la prueba de unas bolas chinas y sentí que se me habían empezado a caer en la sección de lácteos