España tiembla cuando sus políticos hablan y dicen verdaderamente lo que piensan.Sus reflexiones, muchas de ellas desafortunadas -con alusiones machistas- y otras más sutiles pero demoledoras para atacar sin piedad al rival, no pasan inadvertidas, sino todo lo contrario: provocan ríos de tinta.Las hemerotecas están llenas de esos insultos, tacos, meteduras de pata o salidas de tono de nuestros políticos y es que éstas no entienden de siglas, se producen en todos los partidos políticos y pasan factura, tarde o temprano, a los que las pronuncian.