Todavía hoy la Edad Media sigue siendo identificada en el imaginario colectivo como una época “bárbara, sucia, oscura y retrasada” de la historia de la Humanidad. Esta “mala imagen” del medievo fue acuñada en el Renacimiento; de nuevo en el siglo de la Razón, el XVIII, y, por distintas razones, en el romanticismo, en las primeras décadas del XIX. Pese a los intentos de los historiadores medievalistas contemporáneos por colocar a la Edad Media en su justo término, una época que comenzó tras la crisis y disgregación del Imperio romano y en