Einstein, por ejemplo, encontró consuelo en su sentido revolucionario del tiempo. En marzo de 1955, cuando su amigo de toda la vida Michele Besso falleció, escribió una carta de consuelo a la familia de Besso: “Ahora él ha partido de este extraño mundo un poco antes que yo. Esto no significa nada. La gente como nosotros, que creen en la física, saben que la distinción entre el pasado, el presente y el futuro es sólo una ilusión obstinadamente persistente”