Siempre hemos soñado con flotar. Por eso, la fantasía de la ingravidez ha sido una válvula de escape frente a la inercia del mundo, frente a la pesada realidad. Hoy que volar comienza a convertirse en una experiencia cotidiana, incluso tediosa, necesitamos ir un paso más allá. No nos basta con un billete de clase turista. Queremos flotar, queremos ser ángeles.