Los primeros días aún olía, algo que por entonces preocupaba mucho al marido de Bruso. “¿Qué ocurrirá cuando se ponga rancio, se pudra y se descomponga?”, le preguntó. “De eso precisamente va el experimeno, se supone que no se va a descomponer, sólo la comida natural lo haría”. Y tenía razón. Temerosa de que el pepinillo y el ketchup pudieran ‘contaminar’ el experimento, compró tres días después una hamburguesa sencilla. De este modo tenía también “una hamburguesa de control sin condimentos”.