En España, uno de los países más castigados por la crisis y más chantajeados por la austeridad, con un sistema político profundamente desacreditado por la corrupción y la falta de ideas, el único territorio europeo con frontera terrestre con África al que también llega inmigración por mar desde hace casi veinte años, no ha arraigado un partido de ultraderecha como Amanecer Dorado en Grecia o el PVV en Países Bajos, ni líderes de corte populista como Donald Trump o Marine Le Pen.