Acaba una semana en la que en cuestión de libertades nos ha dado una de cal y una de arena. Ayer parecía que avanzábamos un poco con la absolución de Cassandra por sus chistes sobre Carrero Blanco. Los tuiteros explotaron la noticia. Sus chistes lo petaron muy fuerte y elevaron las carcajadas hasta el cielo. Hoy la onda expansiva de la noticia aún perdura. Sin embargo, la alegría duró poco: ya hay otro condenado por tuitear. Un pasito para delante y dos para atrás.
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