Todos buscamos respuestas fáciles. Y en la investigación forense, saber si alguien es culpable o inocente, resulta difícil de responder. Por eso, cuando John Larson y Leonarde Keeler inventaron lo que hoy conocemos como detector de mentiras, polígrafo o máquina de la verdad, todos pensaron que habían dado con un aparato que daba una respuesta fácil a un problema complejo.
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