Orestes Barbero es ejemplo de esos ases en la manga de Pasapalabra. Ya no es solo concursante; directamente es una personalidad que se sienta en el estudio de televisión con esa tranquilidad que otorga la rutina. Al público le reconforta su querida sonrisa y él ha pisado tanto el plató que conoce las tripas del show casi como el presentador. Un show que maneja bien sus bazas: sin atriles, sin divisiones, sin púlpitos.
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