Junto a la tortilla de patata, el filete empanado protagonizó las comidas camperas o playeras de varias generaciones. Nada tan sencillo, ni tan rico, como un modesto filete de ternera rebozado en huevo, pan rallado, ajo y perejil. Fue durante mucho tiempo el mejor recurso para resolver la comida de cualquier excursión o de una agotadora jornada de playa
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