Hace poco más de un siglo Madrid tuvo su particular Neverland, el Magic Park, a medio camino entre el fastuoso parque de atracciones fin de siecle al estilo francés y el decorado de una película surrealista. De hecho, si pudiéramos transportarnos a través del tiempo, el trayecto hasta llegar hasta este (Paseo de Rosales, hoy en día del Pintor Rosales, justamente en lo que era el Lavadero de Arguelles, al lado de la calle Ferraz) ya supondría una rareza: hubiéramos tomado el tranvía eléctrico que los madrileños llamaban "el cangrejo".
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