No es la primera vez que me ofrecen, sin ninguna vergüenza, un trabajo pagado con palmaditas en la espalda, ni creo que vaya a ser la última. Es algo que pasa cuando te dedicas a darle a las teclas, o si eres ilustrador, diseñador, músico... Trabajos que no está muy claro las horas que ocupan ni el peso del resultado, aunque también les pasa a camareros, vendedores o transportistas porque sacar la carta de “esto de prueba y lo próximo ya si eso te lo pago” les gusta mucho a algunos de los que mandan.
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