Muchos espectadores, incluidos algunos escaladores expertos, manifestaron experimentar ansiedad, sudoración en las manos, y la constante sensación de que iban a contemplar la caída y muerte de Alex Honnold. En efecto, no es fácil contemplar a Honnold escalando una pared vertical de casi un kilómetro de altura sin ningún tipo de medida con la que salvar la vida en el caso de cometer un mínimo error. Como sabrá quien haya visto Free Solo, es imposible contemplar ciertas secuencias sin ser presa de algún tipo de nerviosismo.
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