La vida de Kepa Acero depende de por dónde sople el viento. Al despertarse, cada mañana, se asoma a la ventana y mira los árboles. Las hojas, con su movimiento hacia un lado u otro, le indican si ese día podrá sacar la tabla o no. Desde muy pequeño, este surfero vasco aprendió ese idioma de la naturaleza. «Puedo leer el viento y el mar», asegura.
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