Se llama José Gerpe, vive en la localidad gallega de Santa Comba –cerca de La Coruña- y, a pesar de quedarse ciego a los 11 años, es cazador y pescador desde los 15. Ahora, a los 45, sigue practicando ambas aficiones como «motor» de su vida y su tiempo libre cuando su trabajo como vendedor de cupones se lo permite. «Si quitaran la caza sería más traumático que cuando perdí la vista», sentencia José Gerpe, un cazador y pescador invidente con quien hemos podido charlar y cuya historia demuestra que la pasión por la caza no conoce límites.
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